Con 131 años de vida, la Logia Roque Pérez fue protagonista de muchos acontecimientos y por ende parte de la historia de Posadas. Su inserción e influencia en la sociedad posadeña, por la cantidad y calidad de los hombres que compusieron sus cuadros en distintas épocas, la pusieron siempre en un rol protagónico.
Entre las paredes del edificio ubicado en Córdoba entre Colón y Félix de Azara (al lado de la Sociedad Española) trabajaron y pusieron su talento a la acción, al servicio del ideario masónico: Rudecindo Roca; Ramón Madariaga, y los hermanos Gregorio y Adolfo Justo Pomar, entre otros.
De acuerdo a una investigación realizada por Alcibíades Lappas, especialista y reconocido escritor e historiador, la historia de la Logia Roque Pérez es la siguiente. A fin de evitar repeticiones innecesarias, dejemos en claro que los nombres que cita Lappas en su obra, se refieren exclusivamente a Masones.
A fines de 1878, el entonces Gran Maestre de la Masonería Argentina, Dr. Agustín P. Justo, encomendó a don Joaquín Crespo, un hacendado de Corrientes, la misión de fundar una logia en Trincheras de San José. El 30 de Mayo de 1879, Crespo cumplió con esa misión al dejar constituida en ésta una logia masónica con el título distintivo “Roque Pérez”.
El nombre elegido recuerda la figura del Dr. José Roque Pérez (1815-1871). Fue un prestigioso jurisconsulto, en cuyo estudio se formaron varios hombres que se distinguieron en el foro y en otras órdenes de la vida, entre ellos el que fuera presidente Dr. Nicolás Avellaneda. Codificador, fundador y presidente del Colegio de Abogados de Buenos Aires, presidió también la Academia de Jurisprudencia y la Municipalidad de dicha ciudad; convencional y legislador, subsecretario de Relaciones Exteriores y Enviado Plenipotenciario al Paraguay, son algunas de las funciones que despeñó el Dr. Pérez. Al constituirse en 1857 la Gran Logia de la Argentina fue elegido primer Gran Maestre, caracterizándose por la labor patriótica y filatrópica que supo desplegar. Como Gran Maestre, fue el artífice de la reunión masónica del 21/07/1860, en que Derqui, Urquiza, Mitre y Sarmiento, se comprometieron deponer antagonismos personales y en cambio armar esfuerzos para la pacificación de los espíritus, a fin de superar las diferencias existentes entre la Confederación y el Estado de Buenos Aires, para obtener la anhelada Unidad y Organización Nacional. En lo filántropo, fue el organizador de las Comisiones Masónicas que auxiliaron las víctimas del terremoto de Mendoza (1861) y de la Guerra del Paraguay; así como los que caían en Buenos Aires afectados por el cólera (1868) y la fiebre amarilla en 1871, emergencia ésta que le costó su propia vida. Por eso su nombre para distinguir a la logia, y para designar una de las avenidas de la Capital Misionera, cuyo nombre recuerda al prócer Gervasio Antonio de Posadas, miembro de la logia “Caballeros Racionales”, cuyo homónimo nieto, masón como aquel, siendo Director General de Correos, dispuso la implantación de un servicio regular en esta parte del territorio nacional.
En sus inicios la logia fue presidida por don Juan Fernández Olmo (1816-1883), figura histórica por cuanto en su función de Juez de Paz del Departamento de Candelaria obtuvo del gobierno la designación de un agrimensor que delineó el pueblo, surgiendo así la actual Capital de Misiones. A don Juan Olmo (quien así firmaba, dejando de lado su primer apellido), sucedieron en la presidencia de la logia Francisco Goicochea, Aurelio Villalonga y Joaquín Aramburu, cofundadores de ella, al igual que lo fueron Vicente Alves, Alfonso y Antonio de Arrechea, Víctor García, Carlos Neuemburh, Pedro Rebollo, Cándido Romero, Felipe Tamareu –primer comisario general de Yerbales- Augusto Vascomcellos, Gabriel Villegas, a quienes pronto se sumarán Ángel Acuña, Alfonso de Arrechea (h) y otros miembros de esa familia, Lázaro Gibaja, Jacinto Pañacin, Sebastián Goler, Eugenio Ramírez, Juan Felicio Ratti, Cataldi Biondi, y muchos otros.
Ellos recibieron el reconocimiento de la historia local porque fueron los primeros pobladores y empeñaron su enérgico esfuerzo para levantar un pueblo sobre ruinas de trincheras.
Es así que Alejo Peyret, tras visitar el lugar, pudo decir: “La ciudad de Posadas es una creación de la espontaneidad social, se ha formado por iniciativa de los vecinos. La iniciativa humana pronunció el fiat lux; cayó la selva secular y se abrió el bosque secular; y las casas se levantaron por encanto. La población es cosmopolita; componiéndose de todas las naciones del mundo, pero todos tienen amor y entusiasmo por la localidad, que consideran hija suya y no mezquinan sacrificio para ataviarla, para hermosearla, para adornarla”.
Peyret, además de infatigable propulsor de la colonización, se preocupó por la difusión del mutualismo y de la cultura. Es así que compromete a la logia a fin de constituir una Sociedad de Socorros Mutuos y una biblioteca. A la llegada del Regimiento 3 de Infantería de Línea, la oficialidad formó parte de la logia, entre ellos al médico cirujano Dr. Cristóbal Cajal, incorporado a ella en 1883. el Dr. Cajal expuso ante sus cofrades el problema de la falta de asistencia a la población menesterosa, creándose para tal situación un consultorio médico gratuito que dicho facultativo se ocupó de organizar y dirigir. Para atender a los enfermos, se movilizaron las esposas e hijas de los masones, surge así en 1884 la Sociedad de Beneficencia, bajo la presidencia de doña Fidelina Rodríguez de Goicochea. Entidad que ha ido ampliando su acción tendiendo mano generosa a todo necesitado. Aquel consultorio fue el germen de donde surgió el hospital, a cuyo frente se distinguieron el eminente médico-filántropo Dr. Ramón Madariaga y su colega, el Dr. Armando López Torres, quien además de Intendente Municipal fue el incansable promotor de la Comisión de Festejos Patrios, otra iniciativa surgida en el seno de la Logia por considerada fundamental para un ambiente tan heterogéneo como era la población de entonces.
Como se habla de cuestiones sanitarias se recuerda los nombres del Dr. Pio Bolognini, por su accionar en Concepción de la Sierra, y el farmacéutico Luis F. Quaranta, que se acudía a su avión sanitario a todas horas para transportar enfermos. En 1926, cuando un ciclón virtualmente arrasó parte de la ciudad de Encarnación, la logia abrió su local para atender a los desamparados y alojarlos, extendiendo su ayuda a la orilla opuesta.
Aparte de la creación de entidades benéficas o mutualistas y de una biblioteca, se empeñaron en dotar a la ciudad con otras instituciones de servicio como el Cuerpo de Bomberos Voluntarios y el Tiro Federal; así como las de carácter social, deportivo, empresarial, etc.
Desde el momento de su fundación, la logia se constituyó en una especie de crisol donde convergían hombres de distintas nacionalidades y profesiones, pero coincidentes en un común quehacer. Se dejaba de lado estériles personalismos y enfrentamientos partidistas, y, en medio de un ambiente neutro en lo político y religioso, con mutuo respeto se empeñaban en el propio autoperfeccionamiento y luego, por el intercambio de conocimientos e ideas, procuraban ser más útiles a la comunidad. Algunas de las iniciativas, por depender sólo de ellos, pudieron concretarse rápidamente, otras en cambio, por depender de los poderes públicos, tardaron décadas.
El 01/01/1882 fue designado primer gobernador de Misiones, el Coronel Rudecindo Roca, su gestión se destaca porque obtuvo la inclusión de Posadas en el Territorio de Misiones, instalando en la misma la Capital. Lo sucedieron en el cargo varios masones, unos militares como Benjamín Moritán y Gregorio López; otros civiles como Juan Palestra, Juan José Lanusse, entre otros.
Tanto el general Roca como el Dr. Palestra, unos años más tarde serían elegidos para ocupar el cargo de Gran Maestre de la Masonería Argentina.
Mientras presidía la logia el profesor Francisco F. Fernández, secretario a la sazón de la Gobernación y quien coronó su carrera docente como Inspector General de Colegios Nacionales y Escuelas Normales del Ministerio de Instrucción Pública de la Nación, se promovió la creación de escuelas cuyo manejo fue confiado al primer Consejo Escolar, muchos integrantes se mencionaron. Agreguemos a ellos el nombre del abogado español Vicente R. de Oliveira, quien pronunció conferencias aquí sobre Educación Estatal Gratuita y autor de una serie de cartas a “La Prensa” que luego Estanilao Ceballos reproduciría en el Boletín del Instituto Geográfico Argentino. Fernández también organizó “La Fraternal”, sociedad que debía atender las necesidades en ropa, alimentos y útiles de los niños que acudían a las seis escuelas, se consideró necesario solicitar también la creación de nuevos establecimientos tanto con recursos provinciales, como nacionales. Para el buen funcionamiento de esas escuelas, se consideró necesario solicitar también la creación de una Escuela Normal, a la par de una de Artes y Oficios. La aspiración demandó casi dos décadas de constante bregar. Cuando el gobierno de Lanusse, su esposa doña Leonor Paunero, consideró que la Sociedad de Beneficencia no debía ser limitada a los familiares de los masones, por lo que gestionó la ampliación con la incorporación de otras socias. Ello ocurrió a principios de siglo, no oponiendo reparos de la logia “Roque Pérez”. Pero como la mano de la mujer siempre es necesaria al lado del hombre, en 1902 la logia constituyó una Comisión de Damas, cuya presidencia asumió doña Clotilde González. La misión era ayudar a los niños en edad escolar, labor que se prosigue aún en la actualidad en varios establecimientos escolares. Doña Clotilde pronto amplió esa labor organizando una serie de veladas artísticas y literarias en el local de la logia, que periódicamente congregaban numeroso público. No contenta con ello, organizó también una Comisión Popular, bajo su presidencia, para gestionar ante los poderes públicos la creación de nuevos establecimientos, entre ellos un Colegio Nacional. Esto pudo concretarse recién en 1917 y fue gracias a la generosidad de los miembros de la logia y del resto del vecindario que pudo comenzar a funcionar ya que el Gobierno Nacional alegaba que “carecería de partida” para abonar el alquiler del local. Junto a doña Clotilde, además se debe recordar a su esposo Raimundo Fernández Ramos, autor de valiosos estudios sobre la historia de Misiones.
Hay que recordar también a Andrés Bianchi, ilustre rector del Colegio Nacional e Intendente Municipal; Agustín Piaggio, quien intervino para la fundación de la Escuela de Comercio, de la Asociación de Maestros y de la Universidad Popular; Enrique J. Kramer, profesor de idiomas y notable esgrimista; y Aurelio Vicario, catedrático durante tres décadas y director de la Escuela Normal. Los cuatro prestigiaron la cátedra que desempeñaron, al igual que la logia que presidieron en reiteradas oportunidades. Junto a ellos cabe mencionar a Antonio F. Hermida, Inspector General de la Zona y fundador de la Asociación de Maestros del Alto Uruguay; Andrés Raúl Ayala, rector del Colegio Nacional Manuel Belgrano y primer director de LT 17 Radio Provincia; y Cesar Acardi, director de la Escuela Nacional de Comercio.
A esa nómina hay que agregar al batallador León Rochambeau de Naboulet, por su labor en la Biblioteca Pública, al igual que al profesor Juan Justo Olmo, durante varios períodos presidente de la entidad. Por su parte el Dr. Oberdan Galetti, en su carácter de rector organizador de la Universidad Nacional del Nordeste, instalaría en ésta la Facultad de Ingeniería Química, integrante en la actualidad de la Universidad Nacional de Misiones.
El periodismo también constituye una cátedra, cuando se ejerce con dignidad y elevación de miras. En él actuaron José Núñell, que en 1885 editó “Regeneración” el primer periódico; Gaudencio Cortés, Honorio Calvo, Salvador Curzio, Pedro Rebollo (h), editor de “La Tribuna”, así como Antonio Rocha, quien también presidió la logia.
El interés inicial en esta región se despertó por la búsqueda de yerbales y otras riquezas naturales. Ya se nombraron varios hombres vinculados a la industria yerbatera a los que podemos agregar los de Juan Goicochea, Juan Barthe, Juan Teodoro Krieger, así como al mecánico alemán Pedro Schneider, quien instaló en Posadas el primer molino yerbatero; al navegante Jordán Jummel, que administró los primeros ingenieros azucareros; Alfonso Guerdile, que alcanzó a principio de siglo elaborar más de 300.000 kilos de yerba; Manuel Heras Martín, incanzasle en su bregar para la agremiación de los productores; Adalberto Pudou, ligado a Picada Libertad; Enrique C. Mcking, fundador de Alem; Jerónimo Lenuzza de San Javier, productor y directivo de la Cooperativa Azucarera; mientras que Juan José Kircher y Luis Menocchio, son recordados por su preocupación en promover otros cultivos, tales como citrus, tungm ramio. Cabe también destacar los esfuerzos desplegados por Aduán Kury, Alan Stevenson, los hermanos Silveira Marquéz y Carlos Thais para encontrar métodos prácticos para la reproducción de la yerba mate por medio del cultivo. En épocas más recientes varios masones organizarían sociedades que se ocupan de la forestación sistemática del pino.
En la actualidad, determinadas conquistas sociales se consideran como algo lógico y natural. Pero no siempre fue así. En su mayoría de los yerbales y obrajes, se cometían abusos con los trabajadores. Varios de los periodistas mencionados denunciaron la situación. Por su parte don Leonardo Bonifato, esencialmente libertario y humanista, al mismo tiempo que se ocupaba de entidades mutualistas, organizó el Círculo de Obreros Liberales, que comenzó con una campaña sistemática sobre la situación.
La yerba y demás productos necesitaban ser transportados. Por la falta de caminos el único medio era la navegación. Ahí encontramos a Mario Salome, que también presidió la logia; Adán Lucchesi, Lázaro Gibaja los hermanos Salvado, Andrés Almiron Pérez, Salvador Llanes, mientras que Cot, padre e hijo, instalaron el primer varadero, Francisco De La Cruz, al mando del aviso “Vigilante”, pudo llegar al Iguazú. Luego sería Perfecto Marítimo, funciones en que lo sucedieron Domingo Bacigaluppi, Ramón Flores y Antonio Viñas, otro presidente de la logia.
Sería imperdonable olvidar a Carlos Bossetti, viejo baqueano de la región e incansable guía de los que deseaban conocer las cataratas o llegar al seno de la selva para estudios e investigaciones. Por algo el Dr. Eduardo L. Holmberg, le dedicó emotivas páginas a su muerte en 1907. Leandro Fidel Arrechea instaló el primer refugio para los turistas, que administrarían Sandalio Rodríguez y Jesús Val, siendo Olar Hansen quien se ocupó se abrir el camino hasta los saltos.
Peyret y Holmberg, no fueron los primeros masones en visitar Misiones y dar a conocer sus impresiones. Humboldt y Bonpland los habían precedido, sucediéndolos en las décadas siguientes, casi sin interrupción Ambrosetti, Burmeister, Godio, Moreno, Sandra del Vasco autor de varios mapas de un estudio sobre la colonización prólogo de José Hernández, Bertoni y el ingeniero Carlos Miguel Cané, el francés Paul Groussac, el español Vicente Blasco Ibáñez y el oriental Horacio Quiroga, miembro éste de la logia de Santa Ana, creador realizado en Misiones, junto al río, la tierra colorada, al coatí, al anchico, esta Misiones que tan honestamente sintió y pudo describir bellamente.
Además de los ya mencionados como presidentes de la logia, actuaron al frente de ella Juan Oliveira, comerciante José Mujica, procurador quien fundó en 1900 la logia “Unión Y Progreso” N° 189 de Santa Ana, Fabián Panelo, funcionario público y legislador; Aventin Clement, ingeniero civil; Pablo Walter Grobli, empresario quien fue Intendente Municipal; Antonio Daviña, apoderado del Consejo Nacional de Educación y fino escritor; el médico paraguayo Manuel Urbieta, José Prieto, contador, Antonio Bausset, empresario, Ciriaco Rerreira Rlorentin, contador y funcionario de la Junta Reguladora; Manuel Sánchez Carrión, empresario y director de varias instituciones; Alfredo Weiss, administrador de empresas comerciales e industriales; José Tabbia, industrial; Felipe Kury, martillero público, notable tirador y miembro de la Junta de Estudios Históricos, autor de un diccionario tupí-guaraní; Francisco Palombo, industrial constructor de la columna de la libertad en 1910; Emilio Gottschalk, empresario también, quien se caracterizó por su generosidad hacia diversas instituciones, donante del panteón policial y de una guardería de niños; Félix Salvador Tabbia, ingeniero químico; Víctor Carlos Marchesini, abogado y legislador; Jorge Mouls, mecánico; Américo Rodolfo Scarso, empresario y directivo de varias instituciones; Rodrigo Temistocles Gill Peris, contador y empresario; José Antonio Ortiz Pereyra, contador.
Hasta aquí, parte de la rica historia de esta logia que es una más entre las tantas dependientes de la Gran Logia Argentina de Libres y Aceptados Masones, pero que tiene su sello particular y una singular importancia por el significativo hecho de estar enclavada firmemente en una zona de frontera. Por esta razón y por el trabajo que vienen realizando sus integrantes a través del tiempo, nos atrevemos a decir que esta logia ha concretado vinculaciones y lazos de sincera amistad y colaboración con logias regulares de la República del Paraguay y de los estados de Paraná, Santa Catarina y Río Grande Do Sul de la República Federativa del Brasil.
Esta relación se traduce en periodistas visitas que posibilita la relación de tenidas en conjunto y facilitan el intercambio de trabajos e ideas e influyen en el afianzamiento de relaciones no solamente masónicas, sino también de nuestros respectivos países.
Desde mucho tiempo atrás se gestó una indisoluble amistad entre nuestra logia y la Rep.: “Unión y Progreso N° 9” del Valle de Encarnación; fue así que se estuvo presente cuando esta logia levantó columnas en dos oportunidades. Desde hace unos años atrás y como consecuencia directa de la construcción del puente internacional que une ambas ciudades, esta amistad se ha ido incrementando y consolidando, posibilitando que a propuesta de ambas logias, la Gran Logia de La Argentina y la Gran Logia Simbólica Del Paraguay, instituya el día 20 de Septiembre de cada año, día de la Solidaridad Masónica, en recuerdo a la colaboración que prestara nuestra logia aquel fatídico día de 1926, cuando un ciclón se abatió sobre la ciudad de Encarnación.
No se puede terminar estas palabras sin antes recordar a hombres que en los últimos treinta años han pasado por el taller y a quienes se ha tenido el gusto de conocer y obtener de ellos invalorables enseñanzas surgidas del ejemplo de virtudes masónicas y ciudadanas. Ellos han dejado marcas indelebles por su accionar, y constituyen hoy el bagaje de virtudes que guían a las actuales y futuras generaciones de masones de la logia. Ellos son: Andrés Bianchi, Aurelio Vicario, Jorge Mouls, Antonio Ortiz Pereyra, Américo Scarso; Lázaro Sánchez Bocco, Valeriano Prado, Félix Salvador Tabbia, Jorge Ionescu, Andrés Ayala, Antonio Plácido Hermida, Manuel González Millares, Pedro Nahun, Mauricio Eduardo Vedota, Carlos de Jesús Maluf, Rodrigo T. Gill Peris y Víctor Carlos Marchesini.
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