sábado, 27 de febrero de 2010

UN POCO DE HISTORIA

No es tarea fácil o sencilla hablar de la vida de una Logia como la nuestra. No solo por su larga historia en relación a sus mas de 120 años de vida, sino por la riqueza de los acontecimientos que se sucedieron en el transcurso de estos años; su inserción e influencia en la sociedad posadeña y por la cantidad y calidad de los hombre que compusieron sus cuadros en distintas épocas.

Digamos así al azar y para tener una mínima idea de ello, que entre estas paredes trabajaron y pusieron su talento y su acción al servicio del ideario masónico: Rudecindo Roca, Ramón Madariaga, y los Hermanos Gregorio y Adolfo Pomar, entre otros.

Pero dejemos que el rigor científico de esta historia surja del brillante y documentado trabajo efectuado por un especialista, el Muy Querido Hermano Alcibíades Lappas, quien fuera gran amigo de esta Logia y reconocido escritor e historiador.

A fin de evitar repeticiones innecesarias, dejemos en claro que los nombres que cita Lappas en su obra, se refieren exclusivamente a Masones.

A fines de 1878, el entonces Gran Maestre de la Masonería Argentina doctor Agustín P. Justo, encomendó a don Joaquín Crespo, un hacendado de la provincia de Corrientes, la misión de fundar una Logia en Trincheras de San José. El 30 de Mayo de 1879, Crespo cumplió con esa misión al dejar constituida en ésta una Logia masónica con el título distintito “ROQUE PEREZ”.

El nombre elegido recuerda la figura del doctor José Roque Pérez (1815-1871), cuyos contemporáneos llamaban habitualmente sólo Roque Pérez.

Fue un prestigioso jurisconsulto, en cuyo estudio se formaron varios hombres que se distinguieron en el foro y en otros órdenes de la vida, entre ellos el que fuera presidente de la Nación doctor Nicolás Avellaneda. Codificador, fundador y presidente del Colegio de Abogados de Buenos Aires, presidió también la Academia de Jurisprudencia y la Municipalidad de dicha ciudad; convencional y legislador; subsecretario de Relaciones Exteriores y Enviado Plenipotenciario al Paraguay, son algunas de las funciones que desempeñó el doctor Pérez.

Al constituirse en 1857 la Gran Logia de la Argentina fue elegido primer Gran Maestre, caracterizándose por la labor patriótica y filantrópica que supo desplegar. Como Gran Maestre, fue el artífice de la reunión masónica del 21 de Julio de 1860, en que Derqui, Urquiza, Mitre y Sarmiento, se comprometieron deponer antagonismos personales y en cambio aunar esfuerzos para la pacificación de los espíritus, a fin de superar las diferencias existentes entre la Confederación y el Estado de Buenos Aires, para obtener la anhelada Unidad y Organización Nacional.

En lo filantrópico, fue el organizador de las Comisiones Masónicas que auxiliaron las víctimas del terremoto de Mendoza (1861) y de la Guerra del Paraguay; así como los que caían en Buenos Aires afectados por la cólera (1868) y la fiebre amarilla en 1871, emergencia ésta que le costó su propia vida.

Bienvenido por su nombre para distinguir a nuestra Logia y para designar una de las avenidas de esta Capital, cuyo nombre recuerda al prócer Gervasio Antonio de Posadas, miembro de la Logia “Caballeros Racionales”, cuyo homónimo nieto, masón como aquel, siendo Director General de Correos, dispuso la implantación de un servicio regular en esta parte del territorio nacional.

En sus inicios la Logia fue presidida por don Juan Fernandez Olmo (1816-1883), figura histórica por cuanto en su función de Juez de Paz del Departamento de Candelaria obtuvo del gobierno la designación de un agrimensor que delineó el pueblo, surgiendo así la actual Capital de la Provincia de Misiones.

A don Juan Olmo (quien así firmaba, dejando de lado su primer apellido), sucedieron en la presidencia de la Logia Francisco de Goicoechea, Aurelio Villalonga y Joaquín Aramburu, cofundadores de ella, al igual que lo fueron Vicente Alves, Alfonso y Antonio de Arrechea, Víctor García, Carlos Neuemburch, Pedro Rebollo, Cándido Romer, Felipe Tamareu – primer comisario general de Yerbales – Augusto Vasconsellos, Gabriel Villegas, a quienes pronto se sumarían Angel Acuña, Alfonso de Arrechea (h) y otros miembros de esa familia, Lázaro Gigaja, Jacinto Palacín, Sebastián Soler, Eugenio Ramírez, Juan Felicio Ratti, Cataldi Biondi, y muchos otros.

Ellos reciben el reconocimiento de la historia local porque fueron los primeros pobladores y empeñaron su enérgico esfuerzo para levantar un pueblo sobre ruinas de trincheras. ¡ Cuán aleccionar ese ejemplo y que hermoso el simbolismo que entraña! Terminada la contienda remover aquello que significaba destrucción material y segamiento de vidas, para erigir una ciudad industriosa, poniéndole como nombre el de uno de los constructores de la Nacionalidad.

Es así que Alejo Peyret, tras visitar el lugar, pudo decir: “La ciudad de Posadas es una creación de la espontaneidad social, se ha formado por iniciativa de los vecinos. La iniciativa humana pronunció el fiat lux; cayó la selva secular y se abrió el bosque secular; y las casas se levantaron por encanto. La población es cosmopolita; compónese de todas las naciones del mundo, pero todos tienen amor y entusiasmo por la localidad, que consideren hija suya, y no mezquinan sacrificio para ataviarla, para hermosearla, para adornarla”.

Peyret, además de infatigable propulsor de la colonización, se preocupó por la difusión del mutualismo y de la cultura. Para ello compromete los de la Logia a fin de constituir una Sociedad de Socorros Mutuos y una biblioteca. A la llegada del Regimiento 3 de Infantería de Línea, la oficialidad formó parte de la Logia, entre ellos el médico cirujano doctor Cristóbal Cajal, incorporado a ella en 1883.

El doctor Cajal expuso ante sus cofrades el problema de la falta de asistencia a la población menesterosa, creándose para tal situación un consultorio médico gratuito que dicho facultativo se ocupó de organizar y dirigir. Para atender a los enfermos, se movilizaron las esposas e hijas de los masones, surgiendo así en 1884 la Sociedad de Beneficencia, bajo la presidente de doña Fidelina Rodríguez de Goicoechea, entidad que ha ido ampliando su acción tendiendo mano generosa a todo necesitado.

Aquel consultorio fue el germen de donde surgió el hospital, a cuyo frente se distinguieron el eminente médico-filántropo doctor Ramón Madariaga y su colega el doctor Armando López Torres, quien además de Intendente Municipal fue el incansable promotor de la Comisión de Festejos Patrios, otra iniciativa surgida en el seno de la Logia por considerarla fundamental para un ambiente tan heterogéneo como era la población de entonces.

Como hablamos de cuestiones sanitarias recordemos los nombres del doctor Pío Bolognini, por su accionar en Concepción de la Sierra, y el farmacéutico Luis F. Quaranta, acudiendo con su avión sanitario a todas horas para transportar enfermos.

Cuando en 1926 un ciclón virtualmente arrasó parte de la ciudad de Encarnación – Paragay, la Logia abrió su local para atender a los desamparados y alojarlos, extendiendo su ayuda a la orilla opuesta.

Aparte de la creación de entidades benéficas o mutualistas y de una biblioteca, se empeñaron en donar a la ciudad con otras instituciones de servicio como el Cuerpo de Bomberos Voluntarios y e Tiro Federal; así como las de carácter social, deportivo, empresarial, etc.

Es que desde el momento de su fundación la Logia se constituyó en una especie de crisol donde convergían hombres de distintas nacionalidades y profesiones, pero coincidentes en un común quehacer. Dejaban de lado estériles personalismos y enfrentamientos partidistas, y, en medio de un ambiento neutro en lo político y religioso, con mutuo respeto se empeñaban en el propio autoperfeccionamiento y luego, por el intercambio de conocimiento e ideas, procuraban ser más útiles a la comunidad. Algunas de las iniciativas, por depender sólo de ellos, pudieron concretarse rápidamente, otras en cambio, por depender de los poderes públicos, tardaron décadas.

En cuanto al origen gubernativo, el 1 de Enero de 1882 fue designado primer Gobernador de la Provincia de Misiones el Coronel Rudecindo Roca, de cuya gestión cabe destacar que obtuvo la inclusión de esta ciudad en el Territorio de Misiones, instalando aquí la Capital. Lo sucedieron en el cargo varios masones, unos militares como Benjamín Moritán y Gregorio López; otros civiles como Juan Palestra, Juan José Lanusse, Manuel A. Bermúdez, Héctor Barreyro y en la época más reciento Adolfo Justo Pomar.

Tanto el Coronel Roca como el doctor Palestra, unos años más tarde sería elegido para ocupar el cargo de Gran Maestre de la Masonería.

La comunidad para tener sólidos fundamentos y poder progresar, necesita estar sustentada por principios éticos e integrarse por individuos adecuadamente preparados para asumir sus derechos y obligaciones. Por algo Sarmiento clamaba sobre la necesidad de “educar al soberano”. Creo que hemos de coincidir todos que el ejercicio pleno de la Democracia exige un ciudadano adecuadamente educado, capaz de participar activa y conscientemente en el destino de la comunidad de la que forma parte. Pregonar la Democracia y la Libertad resulta hasta una ironía irritante si no va dirigida a un electorado ilustrado. Por ello los masones en general siempre bregaron a favor de la educación.

Mientras presidía la Logia el profesor Francisco F. Fernández, secretario a la sazón de la Gobernación y quien coronó su carrera docente como Inspector General de Colegios Nacional y Escuelas Normales del Ministerio de Instrucción Pública de la Nación, se promovió la creación de escuelas cuyo manejo fue confiado al primer Consejo Escolar, mucho de cuyos integrantes se mencionaron. Agreguemos a ellos el nombre del abogado español Vicente R. de Oliveira, quien pronunció conferencias aquí sobre Educación Estatal Gratuita y autor de una serie de cartas a “La Prensa” que luego Estanislao Zeballos reproduciría en el Boletín del Instituto Geográfico Argentino. Fernández también organizó “La Fraternal”, sociedad que debía atender las necesidades en ropa, alimentos y útiles de los niños que acudían a las seis escuelas existentes entonces. Además debía bregar por el aumento de aquella cantidad con la creación de nuevos establecimientos, tanto con recursos provinciales, como nacionales.

Para el buen funcionamiento de esas escuelas, se consideró necesario solicitar también la creación de una Escuela Normal, a la par que una de Artes y Oficios. La aspiración demando casi dos décadas de constante bregar. Cuando el gobierno de Lanusse, su esposa doña Leonor Paunero, consideró que la Sociedad de Beneficencia no debía ser limitada a os familiares de los masones, por lo que gestionó la ampliación con la incorporación de otras socias. Ello ocurrió a principios de siglo, no oponiendo reparos la Logia “Roque Pérez”. Pero como la mano de la mujer siempre es necesaria al lado del hombre, en 1902 la Logia constituyó una Comisión de Damas, cuya presidencia asumió doña Clotilde González. La misión era ayudar a los niños en edad escolar, labor que se prosigue aún en la actualidad en varios establecimientos escolares.

Doña Clotilde pronto amplió esa labor organizando una serie de veladas artísticas y literarias en el loca de la Logia, que periódicamente congregaban numeroso público. No contenta con ello, organizó una Comisión Popular, bajo su presidencia, para gestionar ante los poderes públicos la creación de nuevos establecimientos, entre ello un Colegio Nacional. Esto pudo concretarse recién en 1917 y fue gracias a la generosidad de los miembros de la Logia y del resto del vecindario que pudo comenzar a funcionar ya que el Gobierno Nacional alegaba que “carecía de partida” para abonar el alquiler del local. Junto a doña Clotilde, debemos recordar a su esposo Raimundo Fernández Ramos, autor de valiosos estudios sobre la historia de Misiones.

Rendimos también nuestro reconocido homenaje a la memoria de Andrés F. Bianchi, ilustre rector del Colegio Nacional e Intendente Municipal; Agustín Piaggio, quien intervino en la fundación de la Escuela de Comercio, de la Asociación de Maestros y de la Universidad Popular; Enrique J. Cramer, profesor de idiomas y notable esgrimista; y Aurelio Vicario, catedrático durante tres décadas y director de la Escuela Normal. Los cuatro prestigiaron la cátedra que desempeñaron, al igual que la Logia que presidieron en reiteradas oportunidades. Junto a ellos cabe mencionar a Antonio F: Hermida, Inspector General de la Zona y fundador de la Asociación de Maestros del Alto Uruguay; Andrés Raúl Ayala, rector del Colegio Nacional Manuel Belgrano y primer director de L.T. 17 Radio Provincia; y César Arcadi, director de la Escuela Nacional de Comercio.

A esa nómina agreguemos al batallador León Rochambeau de Naboulet, por labor en la Biblioteca Pública, al igual que al profesor Juan Justo Olmo, durante varios períodos presidente de la entidad.

Por su parte el doctor Oberdan Galetti, en su carácter de rector organizador de la Universidad Nacional del Nordeste, instalaría en ésta la Facultad de Ingeniería Química, integrante en la actualidad de la Universidad de Misiones.

El periodismo también constituye una cátedra, cuando se ejerce con dignidad y elevación de miras. En él actuaron José F. Núñell, que en 1885 editó “Regeneración” el primer periódico; Gaudencio Cortés, Honorio Calvo, Salvador Curzio, Pedro Rebollo (h), editor de “La Tribuna”, así como Antonio Rocha, quién también presidió la Logia.

El interés inicial en esta región se despertó por la búsqueda de yerbales y otras riquezas naturales. Ya se nombraron varios hombres vinculados a la industria yerbatera a los que podemos agregar los de Juan Goicoechea, Juan Barthe, Juan Teodoro Krieger, así como al mecánico alemán Pedro Schneider quién instaló en Posadas el primer molino yerbatero; al navegante Jordán Jummel, que administró los primeros ingenios azucareros; Alfonso Guerdile, que alcanzó a principio de siglo elaborar más de 300.000 kilos de yerba; Manuel Heras Martín, incansable en su bregar para la agremiación de los productores; Adalberto Pudou, ligado a Picada Libertad; Enrique C. Mecking, fundador de Alem; Jerónimo Lenuzza de San Javier, productor y directivo de la Cooperativa Azucarera; mientras que Juan José Kircher y Luis Menocchio, son recordados por su preocupación en promover otros cultivos, tales como citrus, tung, ramio y otros.

Cabe destacar los esfuerzos desplegados por Aduán Kury, Alan Stevenson, los hermanos Silveira Márquez y Carlos Thais para encontrar métodos prácticos para la reproducción de la yerba mate por medio del cultivo.

En épocas más recientes varios masones organizarían sociedades que se ocupan de la forestación sistemática del pino.

En la actualidad, determinadas conquistas sociales se consideran como algo lógico y natural. Pero no siempre fue así. En la mayoría de los yerbales y obrajes, se cometían abusos con los trabajadores. Varios de los periodistas mencionados denunciaron la situación. Por su parte don Leonardo Bonifato, esencialmente libertario y humanista, almismo tiempo que se ocupaba de entidades mutualistas, organizó el Círculos de Obreros Liberales, que comenzó con una campaña sistemática sobre la situación.

La yerba y demás productos necesitaban ser transportados. Por la falta de caminos el único medio era la navegación. Ahí encontramos a Mario Salomone, que también presidió la Logia; Adán Luchesi, Lázaro Gibaja, los hermanos Salvado, Andrés Almirón Pérez, Salvador Llanes, mientras que Cot, padre e hijo, instalaron el primer varadero. Francisco de la Cruz, al mando del aviso “Vigilante”, pudo llegar al Iguazú. Luego sería Prefecto Marítimo, funciones en que lo sucedieron Domingo Bacigaluppi, Ramón Flores y Antonio Viñas, otro presidente de la Logia.

Ya que mencionamos al Iguazú, sería imperdonable olvidar a Carlos Bosetti, viejo baqueano de la región e incansable guía de los que deseaban conocer las Cataratas del Iguazú o llegar al seno de la selva para estudios e investigaciones. Por algo el doctor Eduardo L. Holmberg, le dedicó emotivas páginas a su muerte en 1907.

Leandro Fidel de Arrechea instaló el primer refugio para los turistas, que administrarían Sandalio Rodríguez y Jesús Val, siendo Olar Hansen quien se ocupó de abrir el camino hasta los saltos.

Peyret y Holmberg, no fueron los primeros masones en visitar Misiones y dar a conocer sus impresiones. Humboldt y Bompland los habían precedido, sucediéndolos en las décadas siguientes, casi sin interrupción Ambrosetti, Burmeister, Godio, Moreno, Sandra del Vasco – autor de varios mapas y de un estudio sobre colonización con prólogo de José Hernandez, Bertoni y el ingeniero Carlos Gallardo.

A ellos se sumaron las plumas de escritores argentinos como Miguel Cane, el francés Paul Groussac, el español Vicente Blaso Ibáñez y el oriental Horacio Quiroga, miembro éste de la Logia de Santa Ana, creador realizado en Misiones, junto al río, la tierra colorada, al coatí, al anchico, esta Misiones que tan hondamente sintió y pudo describir bellamente.

Además de los ya mencionados como presidentes de la Logia “Roque Pérez”, actuaron al frente de ella Juan Oliveira, comerciante, José A. Mujica, procurador, quien fundó en 1900 la Logia “Unión y Progreso Nº 189” de Santa Ana, Fabián Panelo, funcionario público y legislador, Aventin Clement, ingeniero civil, Pablo Walter Grobli, empresario quien fue Intendente Municipal, Antonio Daviña, apoderado del Consejo Nacional de Educación y fino escritor, el médico paraguayo Manuel Urbieta, José Prieto, contador, Antonio Bausset, empresario, Ciriaco Ferreira Florentin, contador y funcionario de la Junta Reguladora, Manuel Sánchez Carrión, empresario y director de varias instituciones, Alfredo Weiss, administrador de empresas comerciales e industriales, José Tabbia, industrial, Felipe Kury, martillero público, notable tirador y miembro de la Junta de Estudios Histórico, autor de un diccionario tupí-guaraní, Francisco Palombo, industrial, constructor de la Columna de la Libertad de la Plaza 9 de Julio en 1910, Emilio Gottschalk, empresario también, quien se caracterizó por su generosidad hacia diversas instituciones, donante del Panteón Policial y de una guardería de niños, Féix Salvador Tabbia, ingeniero químico, Victor Carlos Marchesini, abogado y legislador, Jorge Mouls, mecánico, Américo Rodolfo Scarso, empresario y directivo de varias instituciones, Rodrigo Temistocles Gill Peris, contador y empresario, José Antonio Ortiz Pereyra, contador.

Hasta aquí parte de la rica historia de esta Logia que tiene su sello particular y una singular importancia por el significativo hecho de estar enclavada firmemente en una zona de frontera.

Por esta razón y el trabajo que vienen realizando sus integrantes a través del tiempo, nos atrevemos a decir que esta Logia ha concretado vinculaciones y lazos de sincera amistad y colaboración con Logia Regulares de la República del Paraguay y de los Estados de Paraná, Santa Catarina y Río Grande Do Sul de la República Federativa del Brasil.

Esta relación se traduce en periódicas visitas que posibilita la realización de tenidas en conjunto y facilitan el intercambio de trabajos e ideas e influyen en el afianzamiento de relaciones no solamente masónicas, sino también de nuestros respectivos países.

Desde mucho tiempo atrás se gestó una indisoluble amistad entre nuestra Logia y la Respetable Logia “Unión y Progreso Nº 9” del Valle de Encarnación; fue así que se estuvo presente cuando esa Logia levantó columnas en dos oportunidades. Desde hace unos años y como consecuencia directa de la construcción del puente internacional que une a ambas ciudades, esta amistad se ha ido incrementando y consolidando, posibilitando que a propuesta de ambas Logias, la GRAN LOGIA DE LA ARGENTINA y la GRAN LOGIA SIMBÓLICA DEL PARAGUAY, instituyan el día 20 de Septiembre de cada año, Día de la Solidaridad Masónica, en recuerdo a la colaboración que prestara nuestra Logia aquel fatídico día de 1926, cuando un ciclón se abatió sobre la ciudad de Encarnación.

No podríamos terminar sin antes recordar a hombres que en los últimos treinta años han pasado por nuestro Taller y a quienes hemos tenido el gusto de conocer y obtener de ellos invalorables enseñanzas surgidas del ejemplo de virtudes masónicas y ciudadanas. Ellos han dejado marcas indelebles por su accionar, y constituyen hoy el bagaje de virtudes que guían a las actuales y futuras generaciones de masones de nuestra Logia. Nos referimos a los muy queridos hermanos que decoran el Oriente Eterno: Andrés F. Bianchi, Aurelio Vicario, Jorge Mouls, Antonio Ortiz Pereyra, Américo Rodolfo Scarso, Lázaro Sanchez Bocco, Valeriano Prado, Félix Salvador Tabbia, Jorge Ionescu, Andrés Ayala, Antonio Plácido Hermida, Manuel Maluf, Rodrigo T. Gill Peris, Victor Marchesini y Emilio Fernandez.


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